miércoles, 24 de abril de 2013

NOCHE DE SANGRE



 La Luna  brillaba con un matiz rojizo sobre la bóveda  sin estrellas de  Iquitos.  Las aves no emitían sonido alguno y la suave brisa del viento erizaba los vellos y producía escalofríos entre los pocos pobladores que todavía estaban en las calles, esa madrugada de abril.

Acabamos de terminar el ciclo, así que decidimos que es anoche nos divertiríamos como nunca. Bailamos hasta altas horas de la noche y muchos aprovecharon para emborracharse. Solo Sofía,  Luca  y yo no lo hicimos; nosotros queríamos recordar esa noche como lo que era,  algo  asombroso  y no un recuerdo  borroso de una noche de borrachera.

Terminada la fiesta salimos del establecimiento, mientras charlamos sobre las cosas que pasaron, como la repentina desaparición de Gustavo, el presidente de clase, y Julia la chica con la que también nos regresaríamos. La llamamos a celular y  no contestaba, así que  supusimos que Gustavo seguía con ella y que la llevaría a su casa.

 En el trayecto tomamos un sendero que estaba detrás de la discoteca, el ambiente estaba muy tenso y un frío extraño calaba nuestros huesos. Tratamos de continuar con la conversación,  pero era en vano el ambiente era muy pesado y los escalofríos se hacían más recurrentes.

-       Hace demasiado frio-, susurró Sofía.

De repensé escuche un pequeño ruido que provenía de unos arbustos a algunos metros del sendero.

-        Shhhh…acabo de escuchar algo.- les dije.

Nos acercamos a los arbustos y logramos divisar  a la lejanía dos cuerpos acurrucados en el suelo, supuse que era una pareja de enamorados besándose o algo por el estilo así que para darles un poco de privacidad sujete a  mis amigos y estuve apunto de llevarlos de vuelta pon el sendero cuando los reconocí a los calenturientos. Eran  Gustavo y Julia.

-      Son, son..- tartamudeó Sofía. Iba a confirmar su suposición cuando Luca me sujeto el hombro con fuerza.

Levante la mirada para preguntarle que  le pasaba,  porqué actuaba así, pero mi voz no salió cuando vi que ambos  tenían sus  rostros  pálidos, cual muertos y miraban con ojos desorbitados  las copas de los arboles cercanos a la   pareja.
Seguí su mirada y divise con gran horror a  un grupo de seres azulados con pequeños cuernos y  cola delgada, que saltaban de rama en rama, acercándose a los despreocupados jóvenes.
Tenían ojos brillantes brillan y su boca estaba llena de grandes dientes puntiagudos, su piel era algo pellejuda   y  producían un sonido parecido a un gorgogeo que se escuchaba por todo el lugar.

Los únicos que parecían no escucharlos eran  Gustava y Luca,   tan absortos el uno en el otro.  Quise gritarles,  advertirles de esas cosas, pero Luca me sujeto por detrás   y  cubrió mi boca con su mano, lo empuje y mordí tratando de deshacerme de su agarre pero esto no lo amilanó y me sujeto con más fuerza.

De repente el gorgogeo cesó  y al instante las cosas saltaron sobre la pareja, todo ocurrió muy deprisa. Gustavo y Julia gritaban y pateaban  tratando de zafarse y huir, pero sus pobres intentos fueron  inútiles, más de esos seres se abalanzaba sobre ellos,  cubriendo por completo sus cuerpos. Los gritos se convirtieron en gemidos agónicos hasta que al final solo quedo un asfixiante silencio.

Casi en trance vi como las cosas se gruñían y mordían entre si para obtener un trozo de carne de quienes fueron un día mis amigos. La luz de la luna sangrienta hacía que su piel tuviera un tono morado y que la sangre de  sus presas en su piel resaltara como llamas incandescentes.
De un momento a otro sentí que me llamaban a lo lejos. Parpadee para despejarme y me percate que estábamos en la puerta de mi casa,  al parecer me había desmayado. Luca sujetaba mi rostro con sus manos  tratando de llamar mi atención.

-       - ¡Camila!. Dios, pensé que no despertarías nunca - Me abrazo con fuerza, como queriendo asegurarse de que estaba ahí con él. Yo no lo detuve también necesitaba de su cercanía, de su fuerza.
-        
         -  Luca, ¿Qué eran esas cosas?- susurre contra su pecho.
Se tenso a penas termine de  hablar, pasaron los segundos y no decía nada, yo no quise presionarlo.  El silenció solo era interrumpido por el constante castañear de mis dientes, por más que trataba de evitarlo  no podía, la respuesta biológica de mi cuerpo era el recordatorio de que lo que presencie fue verdad  y  no  simples  imaginaciones mías.  Los minutos pasaron y cuando me hice a la idea de que no me respondería hablo.
-       
      - Muchas personas creen que cuando hablan de diablos azules, es para aludir que alguien esta pasado de copas y hace alguna ridiculez, pero no se dan cuenta que dicha  conocida frase vino de un lugar. Un lugar en el que solo mencionar a esas cosas provocan que personas que tuvieron la desgracia de verlos y  sobrevivir, recuerden cada sonido, cada grito, cada llanto y sobre todo ese gorgojeo que nunca olvidaré- 

Continuamos abrazados hasta que el castañeo de mis dientes cesó. Me contó que su abuelo los había visto en su juventud  y  él en un principio no le había creído, pero con el tiempo lo hizo al presenciar  que con cada noche su abuelo actuaba extraño y siempre que escuchaba un sonido parecido a un gorgogeo entraba en un estado de terror tal que tenían que tratarlo.

Cerré lo ojos tratando de borrar de mi memoria esos recuerdos,  pero sabía que siempre me perseguirían y  que nunca sería la misma.

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