Nervioso. Más que
nervioso estoy ansioso. Hace ya tres horas me presente para dar mi examen
de admisión y no estoy seguro si logre alcanzar todos los puntos para ingresar,
si tan solo pudiera contárselo a alguien; pienso en mi hermana con la que
siempre he tenido una buena relación y me niego a hacerlo.
Por la constante
ausencia de nuestros padres siempre he cuidado de ella y no quiero que sea al
revés. Con mis amigos no puedo contar pues estaban de viaje en el extranjero,
así que con algo de fastidio decidí llamar a Juan, un compañero de colegio que
siempre estaba detrás de mi grupo buscando que lo integremos y que
en muchas ocasiones ignorábamos porque era demasiado idiota.
A penas llego
empezamos a tomar, mientras escuchábamos música y mirábamos algunos programas
de televisión. Mis preocupaciones menguaron con cada botella que bebía, luego
pasamos a los cigarrillos hasta que Juan saco un paquetito de marihuana. Por lo
borracho que estaba me costaba enfocar bien, pero apenas vi el paquete le
exigí que lo guardara, el me miró contrariado porque en ocasiones anteriores si
había aceptado sus drogas; pero hoy no, no era el momento ni el lugar.
Estaba en mi casa y mi hermana estaba en la otra habitación.
-Aquí no idiota, si
vas a hacer eso hazlo en el baño-, le espeté.
-¿Seguro? Es una
nueva cosecha me la acaban de enviar-, dijo mirándome. Negué con la cabeza. Mi
decisión estaba tomada y por más borracho que estuviera no iba a cambiarla.
Le señale la
ubicación de mi baño y él se dirigió ahí. Estaba muy cansado y todo me daba
vueltas, me recosté en el sillón tratando de controlar mis nauseas y
pensando por qué se me ocurrió la tonta idea de tomar.
Pasaron los
minutos y Juan no salía, pensé que tal vez por la borrachera se habría quedado
dormido en un rincón del baño. Con esa idea en la cabeza me dirigí al baño y le
toque la puerta; iba a tocar por segunda vez cuando la puerta se abrió de
manera intempestiva y Juan salió de manera brusca.
Vi su rostro
descompuesto en una máscara de rabia y sus pupilas dilatadas que se asemejaban
a dos grandes ciruelas. Retrocedí de manera instintiva, chocando con la mesa de
la sala.
Juan comenzó a soltar
improperios, a decir que todo era mi culpa y que él no quería
hacerlo.
-¿Hacer qué?-susurre.
Lo último que vi
antes de caer inconsciente fue el martillo que tenía en la mano y que
estrelló contra mi cabeza sin más preámbulos.
Lo primero que noto al recobrar el conocimiento es el fuerte dolor de
cabeza que me aqueja. Estoy en el suelo, con la camiseta manchada con mi propia
sangre y viéndolo todo borroso. No se cuantas horas han pasado y me
cuesta mucho recordar que pasó. Me levanto con dificultad y sufro un fuerte
mareo, pensando que estoy apunto de desmayarme me sujeto del mueble más cercano
y apoyándome en
él hasta que me calmo.
Camino un
par de pasos y me apoyo en la pared. Debo de ver a mi hermana,
asegurarme de que esta bien, son los pensamientos que cruzan por mi
cabeza; así que, lentamente avanzo por el pasillo procurando no caerme.
Todavía veo todo un
poco borroso, aunque logro distinguir algunas formas, como la puerta semi
abierta al final del mismo, la cual abro.
Prendo el interruptor
con la mano algo temblorosa y divisa una forma en el suelo....Con el
corazón en la garganta, siento que las piernas me fallan y caigo al
suelo. Luchando con el nudo que crece en mi garganta y las lágrimas
que amenazan con caer tomo aire para armarme de valor y tocar el cuerpo.
Al hacerlo mis manos se humedecen; temblando las acerco a mi rostro para
distinguir con que se habían mojado y me quedo sin aliento.
Suelto un grito
desgarrador desde lo más profundo de mis ser al constatar de que se trataría de
sangre, distingo el color claro de los pocos cabellos que no están manchados y
compruebo que se trata de mi hermana.
Como un muerto en vida cojo mi celular y llamo a la policía, les digo lo
que paso, sin mostrar sentimiento alguno. Me quedo, arrodillado en el lugar
hasta que los efectivos y la ambulancia llegan, me piden que los deje curar mis
heridas pero yo no doy signos de haberlos oído. Hablan entre ellos sobre que al
parecer sufro de un estado de catatonía. No se a lo que se refieren y tampoco
me importa. Con la vista recuperada ya puedo distinguir completamente el cuerpo
de mi hermanita y no quiero dejar de mirarla. Es mi culpa que este así. Mi
culpa, solo mía…
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